Esdevenir mare potser ha estat l'acte més irracional què m'ha pasat, si el millor, però també allò que em lliga, em posa al present de cop, allò que no em permet perdre'm gaire
Aquest nadal em ressona una conversa amb una de les mares amb les quals em trobo, com a voluntària, en un projecte materno infantil per a dones joves i en exclusió social. Quan parlàvem si la maternitat és com ens la imaginàvem, què és el que més ens havia sorprès em va dir "Aida, a mi lo que me ha hecho es mucho bien. Me he dado cuenta de la capacidad que tenemos de querer y de que amar a un hijo sale. He entendido que yo no soy mala, a mi no me han querido nunca mis padres y pensaba que era mi culpa y no, no lo era, por que amar a un hijo o una hija sale del corazón, es inevitable, es grande, desborda y, en cierto modo, descoloca, pero sale, aún sin tener nada más, sale. Aida, qué no soy mala!!" Recordo abraçar-la, emocionada i assegurar-li que sí, que ella és bona, fantàstica i la millor mare pel seu nadó, la MILLOR
I de sobte m'adono de quan important és allò que sentim, que ens fan sentir quan som petits. I com de sanador, alliberador i dur pot ser convertir-se en mare i en pare, oi?
Acontecer madre quizás ha sido el acto más irracional qué me ha pasado, sin duda el mejor, pero también aquello que me ata, me trae al presente de golpe y no me permite perderme mucho
Esta navidad me resuena una conversación con una de las madres con las cuales me encuentro, como voluntaria, en un proyecto materno infantil para mujeres jóvenes y en exclusión social. Cuando hablábamos si la maternidad es como nos la imaginábamos, qué es el que más nos había sorprendido, me dijo "Aida, a mí lo que me ha hecho se mucho bien. Me he dado cuenta de la capacidad que tenemos de querer y de que amar a un hijo salo. He entendido que yo no soy mala, a mí no me han querido nunca mis padres y pensaba que era mí culpa y no, no lo era, miedo que amar a un hijo o una hija salo del corazón, se inevitable, se grande, desborda y, en cierto modo, descoloca, pero salo, aún sin tener nada más, salo. Aida, qué no soy mala!!" Recuerdo abrazarla, emocionada y asegurarle que sí, que ella es buena, fantástica y la mejor madre por su bebé, la MEJOR
Y de repente me doy cuenta de cuan importante es aquello que sentimos, que nos hacen sentir cuando somos pequeños. Y como de sanador, liberador y duro puede ser convertirse en madre y en padre, ¿verdad?
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